Me llamo Elena Murua y soy una apasionada de la psicología, la educación y la creatividad, tres pilares que han guiado mi vida y mi vocación profesional. Desde muy pequeña sentí el deseo de acompañar a otras personas en sus procesos de crecimiento y aprendizaje, lo que me llevó a formarme en Pedagogía y Psicopedagogía, convencida de que mi camino estaría ligado a la educación especial.
Sin embargo, tras finalizar Magisterio, tuve la oportunidad de descubrir, durante más de diez años, la importancia de estar presente en los primeros años de vida, acompañando a familias y niños en la crianza y en el desarrollo.
En este recorrido, fui ampliando mi formación y encontrando nuevas formas de acompañar, que no sólo enriquecieron mi labor profesional, sino que también transformaron mi vida personal.
El enfoque sistémico transformó profundamente mi manera de comprenderme y de relacionarme con los demás. Me enseñó a acompañar desde una mirada más abierta, sin juicio, con humildad y con amor. Paralelamente, el arte llegó a mi vida como un canal de expresión y sanación que me permite conectar, crear y dar forma a aquello que las palabras, a veces, no alcanzan a nombrar.
La curiosidad y las ganas de explorar nuevas oportunidades me llevaron junto a mi familia, a mudarnos temporalmente a un país anglosajón. Allí tuve la oportunidad de conocer otra cultura y acercarme a corrientes más holísticas, mucho más presentes en el día a día. Fue en ese entorno donde creció mi interés por la salud emocional desde una mirada integral, entendiendo que todos los aspectos de la persona influyen en su bienestar. Esto me impulsó a seguir formándome en distintas corrientes holísticas relacionadas con el crecimiento y el acompañamiento personal desde una perspectiva integrativa. Descubrí la profunda relación entre la alimentación y el estado emocional, la importancia de la alimentación consciente y la psicología y dietoterapia bajo la mirada de la medicina oriental.
Además de la maternidad, hay experiencias personales que han marcado profundamente mi manera de estar en el mundo. Pérdidas, situaciones difíciles y momentos de gran desafío me han llevado a mirar la vida desde otros ojos, a descubrir una fortaleza interior que solo se revela en los momentos complejos, a dejarme acompañar y a disfrutar de la vida queriéndome y queriendo a quienes me acompañan en el camino.
Con todo este recorrido, tras un período de descanso y reflexión, decidí apostar por Henko, un espacio creado desde la ilusión y el compromiso de acompañar a otras personas en sus procesos vitales. Mi enfoque es integrador, humano y creativo, y mi mayor deseo es ofrecer un acompañamiento cercano y respetuoso, adaptándome a las necesidades de cada persona.
Un poco más sobre mí
Me encantan los sonidos de la naturaleza: el agua que cae entre las piedras, los caminos que se forman cuando llueve, las olas del mar que vienen y van, o ese crujido tan especial al pisar las placas de hielo en el campo. Disfruto mucho paseando por la naturaleza con mi familia y, cuando es época, recogiendo los frutos que nos regala: moras, castañas, higos…
Una de mis grandes pasiones es la cocina y todo lo que la rodea: descubrir nuevos mercados, perderme por los pasillos del supermercado o visitar tiendas de alimentación cuando viajamos. Puedo pasar horas curioseando productos, imaginando recetas y soñando con sabores. Me encanta preparar desayunos “de hotel” para mis hijas cada mañana, porque creo que los pequeños gestos también alimentan el alma.
Valoro la soledad y el silencio, ese espacio de calma donde puedo escucharme, aunque también adoro compartir tiempo con las personas que quiero. Reír, conversar y disfrutar sin mirar el reloj.
Hace años redescubrí el deporte gracias a mi marido. Me ha ayudado a sentirme fuerte, saludable y viva. Hoy no concibo mi vida sin movimiento.
Soy una enamorada de los libros de cocina, nacionales e internacionales (si pudiera, ¡los tendría todos!), y de los cuentos ilustrados infantiles, que me hacen perder la noción del tiempo en las librerías.
Con los años he aprendido que la vida está para vivirla y disfrutarla, porque nunca sabemos cuándo el tiempo se detendrá. Me maravilla contemplar cada amanecer y atardecer.
Porque, al final, de eso se trata: de disfrutar, de reír, de crear recuerdos y de dejarse maravillar por las pequeñas cosas.

